Ahí estaba yo otra vez, encerrado en la biblioteca, una fuerte nevada había bloqueado las puertas y teníamos que esperar a que llegaran las quitanieves y los bomberos. Para colmo no funcionaba la calefacción, así que hacía un frío terrible allí dentro. Empecé a caminar entre las estanterías de libros para distraerme y de paso calentarme un poco. En una de mis idas y venidas me fije en una chica pelirroja que estaba sentada en una mesa larga, llevaba un gorro rojo puesto y unos guantes del mismo color, parecía concentrada a pesar del frío. Yo me entretuve en mis pensamientos y sin darme cuenta ella me estaba mirando con las mejillas sonrojadas y una pequeña sonrisa. Yo hice una pequeña mueca con la boca y continúe con mis paseos, cada vez que pasa por la zona donde ella estaba intentaba disimular para que no se diera cuenta de que la miraba, pero era obvio, cada vez pasaba con más frecuencia. Decidí no ser tan estúpido de molestarla y me fui a una pequeña sala de la biblioteca, una donde nunca solía ir nadie.
Allí no hacía tanto frío, pero tampoco había demasiado que ver, era normal que nadie entrara, eran libros antiguos de historia, a poca gente le interesaba eso ahora mismo. Oí como la puerta se abría y me giré viendo el pelo rojizo entrando en la sala. Ella me miró con su sonrisa tímida y me dijo que estaba preocupada, que no sabía dónde estaba el chico que la vigilaba. Agaché un poco la cabeza con timidez, se había dado cuenta todo el tiempo. Se acercó a las estanterías y examinó y poco los nombres de los libros, yo la miraba de arriba abajo, tenía un físico muy estilizado, el culo lo tenía subido y su contorno era muy sugerente, el pecho era pequeñito pero llamativo. Me acerqué a ella y comencé hablar del frío, ella inclinó la cabeza hacía un lado y me miró pensativa, sus labios parecía que me llamaban, eran rojos como su gorro y sin controlarme los besé, lo que rápidamente me aparte, no quería parecer un descarado. Ella se rió casi a carcajadas, me tocó el hombro y despacio se fue acercando, uniendo de nuevo nuestros labios. Yo tocaba su cuerpo con timidez, no quería ser grosero, pero fue ella quien se lanzó. Se acuclillo y me bajó la cremallera, me sacó el miembro y noté la calidez de sus labios, el frío de la sala hacía contraste con su calor, era algo extremadamente excitante. Me agarré a las estanterías, estaba muy sobresaltado, aquello solo lo me lo habría imaginado en mis sueños más morbosos, pero allí estaba ella recorriéndome con su lengua cada centímetro de mi pene. Parecía disfrutar con lo que estaba haciendo, la levanté de los hombros, me quité la chaqueta y la tendí en el suelo, le subí la pequeña falda que llevaba y le rompí las medias por su entrepierna a la vez que le apartaba la ropa interior. Ella se tumbó en el suelo y yo me puse encima de ella, el frío había pasado a un segundo lugar, en aquella habitación era todo calidez. Nuestras cinturas se unían en una, me mordía el cuello con suavidad, pero mientras más calientes estábamos la dureza fue en aumento, tanto que incluso me hizo daño. Ella se colocó encima mío y se movía despacio disfrutando del momento, sus pies estaban apoyados en el suelo y su piernas flexionadas, con pequeños empujes subía y bajaba por mi virilidad, yo lo observaba y me parecía demasiado excitante. Sus manos se clavaban en mi pecho y sus pequeñas uñas se hincaban en mi jersey. Ella comenzó a gemir algo fuerte, lo que a mí me preocupo que nos oyeran, la lévate por las piernas y la empotré contra una de las estanterías, una de mis manos le tapaba la boca mientas con la otra la mantenía en el aire con ayuda de la estantería, mientras mi cintura embestía contra la suya. Aquel juego no duró demasiado, noté como mi fogosidad fue en aumento y acabé estallando, le salpique un poco la falda a lo que ella se rió a carcajadas.
Nos arreglamos un poco la ropa y oímos que ya habían liberado la puerta de la nieve, ella me miró y me dijo que ya volveríamos a estudiar juntos. Yo me quede solo en aquella habitación, donde aun se respiraba la lujuria entre las enormes estanterías de libros, que habían visto comenzar una nueva historia.