Cognición social.

“Enamorados del móvil” (2ª Parte)

Algunas personas tienen una ligera obsesión, por qué engañarnos, una enorme obsesión con las conexiones de las personas con las que mantenemos el contacto. Ese típico suceso que ocurre cuando escribimos un mensaje a una persona y vemos que ha recibido el mensaje, lo ha leído y no ha tenido la amabilidad de contestarnos. En ese instante en nuestro cerebro empiezan a formarse todo tipo de especulaciones de por qué ha sucedido esto, ninguna de ellas suele ser positiva, siempre se cree que te ignoran o que no están interesados, pero no tiene que ser así, al menos en la mayoría de los casos. Muchas veces estamos ocupados y al leerlo pensamos en contestar más tarde y al final acabamos olvidando a la otra persona. Ese desapego se debe a la global conexión con la que vivimos, ya que tenemos una elevada comunicación y entonces no le damos importancia a la otra persona, la cual nos pide una simple respuesta.

También hay muchas personas que le dedican excesivo tiempo a su teléfono móvil, lo que genera adicción y claro, como buen adicto no nos damos cuenta del problema, creyendo que los demás actúan como nosotros. Que tienen que tener el móvil de forma permanente en la mano y contestar en menos de dos segundos. Esa obsesión conlleva a discusiones, problemas e incluso en desamistades, por no hablar en el terreno sentimental que ha arruinado más de una relación.

Tenemos que darnos cuenta de que el teléfono tiene que ser una herramienta de comunicación positiva, no negativa. Usarla con cabeza, no estar todo el día pegado a él y queriendo que los demás hagan lo mismo. Es bueno encontrar cosas en las que ocupar el tiempo, porque muchas veces sin darnos cuenta estamos horas tecleando en esa pantallita y al final no hemos logrado nada, ya que al hablar día tras día con las mismas personas, llegan el momento que no se sabe que contar y acaba desgastando una relación. Hay casos de personas que se hablan casi a diario, pero no se ven desde hace meses y estando ambas en la misma ciudad.

Tenemos que intentar no agobiar a los demás, comprender que tienen sus ocupaciones o trabajos, que no pueden vivir siempre con el móvil en la mano y que si creen necesario contestar lo harán en la medida que les sea posible. Olvidémonos de ese relojito diabólico que aparece debajo del nombre de nuestro amigo/a o pareja, si queremos estar con él o ella propiciar a una comunicación personal. Muchos dolores de cabeza se disiparan si le damos menos importancia a nimiedades como el tiempo transcurrido entre los mensajes.

La buena comunicación humana es la que hacemos con los gestos, los tonos de voz y en cierta parte en lo que decimos, pero claro, para todo ello necesitamos estar uno frente al otro.

“El emoticono de la sonrisa no es comparable con la autentica sonrisa, algo precioso que nos perdemos al no ver a la otra persona atrapada detrás de la pantalla.”

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