Cognición social.

«Creer en uno mismo»

Quien iba a decir que algunas de las personas más importantes de la historia llegarían donde lo hicieron, ni ellos mismos pensaron que lograrían ciertas hazañas o que sus aportes serían necesarios a día de hoy. Pero ahí están esos símbolos de la humanidad por haber confiado en lo que hacían y sobre todo en ellos mismos.

Hoy en día es difícil confiar en lo que uno hace y en donde quiere llegar, ya que la sociedad que nos rodea es muy negativa sobre lo que se sale de lo normal o habitual. Un ejemplo sencillo y particular es cuando a mi me preguntan sobre que quiero hacer con mi vida, a lo que me respuesta es; escribir. En ese instante la cara de las personas cambia, se vuelve incrédula y desconforme, ya que me creen un iluso, pero no es así, es cierto que es difícil alcanzar ciertos sueños y hay que sufrir mucho por ellos, pero nadie dijo que el camino fuera fácil, pero si no te rindes y eres consciente de tus necesidades primitivas, eliminando los caprichos innecesarios que te consumen, puedes acabar alcanzando lo que deseas.

Puede que suene muy bonito así narrado, que luego volvemos a la realidad y nos damos de bruces con el gigantesco muro de la sociedad, que tenemos obligaciones, trabajos y demás, pero si queremos algo de verdad, buscar nuestro momento de inspiración y olvidarnos de todo lo otro para centrarnos en aquello que tanto nos gusta. Puede que en un  principio sea algo sacrificado, pero si algo que nos apasiona y confiamos en nosotros, al final dejara de ser algo complicado a ser algo muy gratificante.

Lo primero que debemos hacer cada día es mirarnos al espejo y ver quiénes somos, meditar durante un segundo y saber que quien tenemos enfrente merece la pena, que es alguien que va a luchar en su vida, eso es la confianza en uno mismo. Si vemos a una alma en pena, que casi nos apiadamos de nosotros, entonces es que algo no va bien y debemos cambiar, pero cuanto antes mejor.  Lo segundo es tener las ideas claras, visualizar lo que queremos alcanzar, sin ponernos metas inalcanzables, es mejor pensar en pequeños espacios de tiempo, que pensar casi en algo que a saber si estaremos vivos.

Nada cae del cielo excepto la lluvia, ni nadie nos va a venir a regalar nada sin más. Por eso debemos fortalecer nuestra confianza a pesar de las circunstancias, toda época es temporal, tantos las peores como las mejores, ser fuerte y aguantar en la malas, como disfrutar y prever en las buenas, es algo necesario. Las embestidas de la vida vienen sin previo aviso y si somos capaces de soportarlas y confiamos en que todo saldrá adelante, entonces es cuando nuestra confianza aumentara y estaremos un paso más cerca de nuestros objetivos.

La mayoría de las personas querrán hacernos cambiar de idea, ya sea por preocupación, envidia, ignorancia o simplemente por maldad, ya que no todo el mundo se atreve a luchar por lo que desea y esa falta de confianza es lo que quieren inculcar a los demás. Puede que lo hagan con un fin negativo, pero como se dice, de lo malo se aprende, por eso debemos incluso analizar estas malas influencias, ya que a veces sacaremos algo bueno, una nueva idea o una diferente perspectiva, pero siempre teniendo claro nuestra confianza y objetivos.

Por eso creer en uno mismo no se ha vuelto una tarea fácil hoy en día, pero en los tiempos que corren es algo necesario, ya que hay demasiadas ovejas en este mundo. Necesitamos personas que piensen por sí mismas, que luchen por sus ideas y lo hagan confiando plenamente en ellos, porque es así como el mundo cambia y realmente el mundo necesita ser cambiado.

«La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito»

[Emerson]

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«La hipocresía»

Una sencilla palabra que esconde un atroz significado, ya que con ella potenciamos la falsedad, las mentiras y los engañamos a las personas que nos interesan, ¿Pero que conseguimos con ello? Algunas personas se dan cuenta de que no sirven de nada y recurren a esta actitud, pero no saben que al final todo se acaba descubriendo, ya que las mentiras son como el metal que poco a poco se va oxidando con el tiempo y se acaba rompiendo, dejando al descubierto la verdad.

En ocasiones nos cruzamos con personas que parecen que nos van a dar el mundo entero, que todo lo que tienen es para nosotros, pero al final todo ha sido por simple conveniencia y es cuando nos damos cuenta de la verdad de todo. Hay personas que necesitan esconderse en este estado, ya que por miedo al rechazo o por la simple razón de obtener algo se ven obligados a recurrir a ella, aunque normalmente es por la segunda.

A veces podemos estar creyendo que todo lo que nos están contando es verdad, pero lo que estamos haciendo en verdad es entrar en su juego de mentiras, haciéndonos creer algo que al final será todo humo y nos veremos totalmente decepcionados con lo ocurrido. Es triste saber que hay personas que aun recurren a estas acciones para poder lograr sus objetivos, ya que por sus propios meritos se quedan atrás.

Puede que pensemos que a nuestro alrededor no tenemos alguien así, pero dudo mucho que así sea, ya sea en el trabajo, algunas amistades desgastadas o incluso la familia, siempre hay alguien. Una típica imagen de hipocresía es las familias que se detestan durante el año y llegadas las fiestas de Navidad se reúnen todos juntos como si no pasara nada, para luego una vez más volver a odiarse tras los festejos.

Que nos hagan creer cosas que en verdad no lo son no es culpa nuestra, ya que depende de nuestro rango de confianza con cada persona, pero lo que si podemos es intentar filtrar la información que nos den, para luego en nuestro reposo valorar lo que es verdad y lo que no.

Es complicado erradicar ciertas actitudes humanas y más cuando con ellas se les puede sacar un beneficio, pero no sirve de nada utilizar armas sociales que pueden volverse en contra de uno mismo, es mejor ir de frente y aunque el primer golpe sea doloroso el resto serán más fáciles de digerir.

«En una mano lleva la piedra, y con la otra muestra el pan.»
[Plauto.]

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«Eliminar las amistades negativas»

Todos conocemos a alguien que entró en nuestra vida por alguna razón, esperemos que por una positiva, pero que en la actualidad solo nos aporta cosas negativas, ya sea tristeza, conflictos, malestar o simplemente se aprovechan de nosotros. Nos cuesta a veces darnos cuenta del mal que nos hacen y pueden originar que buenas personas se acaben alejando de nosotros. Es importante saber darse cuenta  a tiempo de que tienes una persona así cerca de ti, ya que si la dejas demasiado a tu lado con esa actitud destructiva, puede acabar consumiéndote.

Hay personas que han sido importantes en el pasado, pero que en el presente han modificado su forma de ser con respecto a nosotros, lo que origina que sea totalmente otra persona a la que nosotros conocimos. Podemos aceptar los cambios en nuestros amigos, pero siempre y cuando sean sanos, lo que no podemos permitir que alguien nos introduzca en una espiral de negatividad, en la cual nosotros no hemos decidido entrar.

Por eso es conveniente zanjar ciertas relaciones antes de que vaya a más, si hemos intentado ayudar a la otra persona o persuadirle de que no va por buen camino, nosotros ya habremos hecho lo que estaba en nuestra mano. No podemos acabar arrastrados a un pozo negro lleno de negatividad, cuando nosotros queremos mejorar en nuestra vida.

EL pasado con algunas personas pesa demasiado a la hora de tomar una decisión de esta índole, ya que no es plato de buen gusto despedirse de alguien al que le has abierto tu vida. Pero el pasado debe quedar como un buen recuerdo y no seguir forjando un futuro en el que todo puedan acabar siendo malas experiencias.

Yo mismo he sufrido esta situación, que muy a mi pesar tuve que renunciar a una amistad de media vida, ya que su espiral destructiva afectaba a mi persona y por muchos esfuerzos incansables que realicé, nunca llegué a lograr que entrara en razón. Así que tomé una dura decisión pero necesaria, ya que tenía que seguir avanzando y esa persona no dejaba de hundirme.

Es difícil dejar atrás a alguien al que has querido, pero en ocasiones no queda más remedio. La vida nos enseña que no podemos ser quienes tiren de los demás continuamente, porque nuestra energía no es infinita. Debemos tener un equilibrio, poder tener personas a nuestro  lado a las que podamos ayudar, pero que a su vez también nos ayuden a nosotros.

Elegir adecuadamente a las personas que te tienen que acompañar en el viaje de la vida no es una tarea fácil, ya que algunas personas empezarán siendo almas gemelas y puede que acaben siendo tus más temibles enemigos. No es necesario viajar con todos hasta el final, hay personas que deberán quedarse a mitad del camino y debemos ser nosotros los que nos demos cuenta de cuando es ese momento.

«No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad.»

[Platón]

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«Todo empieza por un cambio»

Cuando las cosas no nos convencen, que la realidad en la que estamos es algo que no deseamos, es cuando debemos reflexionar, pero no en lo que hemos hecho mal, ya que el pasado no lo podemos modificar, sino en que debemos cambiar.

Es cierto que los cambios no son fáciles y que a muchas personas les asusta, porque a veces trae consigo un cierto riesgo en el que podemos sufrir bastante dolor y generar algunos problemas, pero es así como aprendemos. Realizar siempre las mismas tareas no lleva a ninguna evolución, sino que  genera un eterno estancamiento. Estar siempre en la zona de confort, como su misma palabra dice, se está cómodo, pero los años pasan y al final no lleva a ningún sitio esa forma de ser.

Los cambios radicales tampoco son del todo buenos, lo mejor es que sean progresivos, pequeños y constantes. También dependiendo de la persona se puede avanzar más deprisa o arriesgarse más, ya que algunos aguantan mejor los cambios que otros y son emocionalmente más fuertes. Otros en cambio se vendrán abajo con mayor facilidad y a la primera adversidad correrán de nuevo a su lugar de seguridad del que habían salido y jamás volverán a arriesgarse, convencidos de que es lo mejor. Por eso es mejor realizar al principio pequeños cambios, porque a veces tendremos que dar algún paso atrás o volver a nuestra zona de confort, pero siempre con la mentalidad de volverlo a intentar, ver bien de los recursos que disponemos y lanzarnos de nuevo a la aventura.

Ser valiente cambiando cosas de nuestra vida no implica ser un inconsciente, ya que a veces se confunde el riesgo con la temeridad. Hay que ver bien lo que vamos hacer y entonces lanzarnos, todo implica un riesgo, pero intentar que el fracaso y el triunfo estén casi equilibrados, ya que si nos damos demasiadas veces de bruces contra el suelo podemos salir muy mal parados.

Para poder realizar los cambios debemos ser optimistas, tener un pensamiento firme y convencido de lo que vamos hacer, las dudas o la falta de confianza no pueden traer nada bueno. Si nosotros mismos ya dudamos de que no vaya a salir bien, ya estamos inclinando nuestra balanza hacia el fracaso, porque nuestra mente ya está recibiendo el golpe cuando aun no nos hemos ni lanzado al vacío. Tenemos que ser realistas y pensar bien lo que haremos, el fracaso está ahí y lo sabemos, lo asumimos al emprender nuestra aventura, pero una vez que hayamos salido de nuestra zona de confort la mente debe estar despejada y puesta en el objetivo, pensando en que lo vamos a lograr por todos los medios.

Todo cambio es bueno, ya salga bien o mal, ya que de él aprendemos, maduramos y nos enseña a seguir avanzando. Los barcos de vela necesitan viento para avanzar, en ocasiones el viento sopla demasiado fuerte para poder navegar con comodidad, pero siguen avanzando, pero en cambio si todo está en calma y se está eternamente en una balsa de aceite, jamás lograremos nada y lo único que pasara será el tiempo.

«Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo.»

[Winston Churchill]

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Prosa y poemas

«La vida te enseñará»

Por mucho que creas saber de la vida, ella te seguirá enseñando, nadie lo tiene todo aprendido. Desde pequeños nos empiezan a dar lecciones que en nuestra mente se van grabando a fuego. Es con el tiempo y la experiencia como nos damos cuenta de cuál es la mejor academia, nadie te puede enseñar a aliviar los dolores del corazón, ni tampoco podrán decir cuál es el mejor camino a elegir, solo la vida tiene esas respuestas y a veces tarda un tiempo en dárnoslas.

La confianza será la lección más complicada, porque la vida te presentara personas en las que pondrás tú suerte y solo con el tiempo acabaras aprendiendo a valorar si fue correcta dicha decisión.

No siempre todas las lecciones se aprenden de una vez, en ocasiones repetimos varias veces hasta que al final nos damos cuenta de lo sencillo que era haber aprendido desde un principio.

La vida es un tutor paciente, porque a pesar de que no atiendas a sus indicaciones, al final te acabara recordando la razón por la que estas en este mundo.

Apreciarla es significado de que has aprendido y saber que no todos tienen la suerte de tener una vida fácil, por eso hay que ser inteligente y valorar lo que se tiene, porque lo que para algunos es insignificante, para otros es el mundo entero.

Todo esto la vida te lo enseñara si la dejas.

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Cognición social.

«Adictos a la sociedad virtual»

¿Cuántos podemos estar sin revisar nuestro teléfono durante un día entero, importándonos únicamente las personas con las que nos cruzamos? Algunos dirán que ellos, pero siempre pido el ejemplo, ya que yo predico, pero también soy consciente de que he sido adicto.

Parece que no, pero tenemos una droga llamada teléfono totalmente enganchada en nuestro organismo, nos es altamente adictiva y sin darnos cuenta nos está consumiendo. Aplicaciones y contenidos que nos absorben y consumen nuestra energía, extinguen sentimientos que se creían duraderos en el tiempo.

Es difícil salir de esta espiral, ya que una vez entras es muy complicado poder escapar. Reconozco que soy el primero que ha estado enganchado y en ocasiones me he vuelto obsesivo, que tras pasar un tiempo y darme cuenta de mi comportamiento, me di a mi mismo vergüenza.

¿Por qué tenemos esta nueva necesidad de comunicación? ¿Que buscamos en los demás con esta continua conexión? Puede ser que la sociedad haya cambiado demasiado rápido y no supiéramos asimilarlo, pero es cierto que no es todo malo en ello, ya que conectamos con personas que de otra forma nos sería imposible y nos acerca a rincones en los cuales no estaríamos jamás. El problema surge cuando no sabemos desconectar, saber cuándo ha sido suficiente y poder llegar a disfrutar de lo que el mundo nos brinda a nuestro alrededor.

Esta nueva adicción puede parecer insignificante, pero solo quiero que os hagáis tres simples preguntas: ¿Cuántas veces habéis entristecido con una respuesta que nunca llego? ¿Cuántas discusiones o disgustos os llevo una mala interpretación de las palabras? y ¿Quiénes habéis perdido por el camino a causa de esto? Si respondes de forma negativa a la tres preguntas, puedes sentirte afortunado, ya que no todos podemos decir lo mismo.
Hay momentos que se deben compartir en persona, saborearlos compartiendo una sonrisa y saber que quien está a tu lado es porque tú lo has elegido así. Creo que hoy en día buscamos tener excesiva comunicación, tener muchas personas con las que hablar, pero que nos traen conversaciones vacías. Es más fructífero tener pocas conversaciones pero profundas y saborear cada palabra que en ellas se diga.

Hay que aprender a liberarse de esas cadenas que el teléfono nos tiene puestas, porque él no nos abrazará en los malos momentos, ni nos animara a levantarnos cuando hayamos caído. Solo nos iluminará la cara con una luz insignificante y seguramente nos darás más de una preocupación. Sentir las dos manos libres con quienes quieres viene bien para poder expresarte como es debido. Como también poder tener la mirada en los ojos de quienes están enfrente de nosotros, ya que una mirada puede decir más que mil palabras.

«Libérate de esa prisión ilusionaría que te hace creer que eres totalmente libre.»

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Fábulas e historias

«La hormiga derrochadora»

Había una hormiga que al contrario que todas sus demás congéneres, consumía todo lo que cogía, no guardaba nada de lo que recolectaba, lo derrochaba todo en tonterías innecesarias o despreciaba aquello que otras con gusto cogían. Trabajaba como todas, pero no se preocupaba del mañana, su almacén siempre estaba vacío, nada guardaba. Los derroches en fiestas intrascendentes  o consumir sin pensar en que un día se quedaría sin nada, era algo en lo que no pensaba, ya que en ese momento la comida abundaba.

Como ocurre siempre, lo bueno no dura eternamente, entonces la comida empezó a escasear. Sus compañeras se refugiaron en el nido saboreando lo que habían conseguido en el verano, mientras que ella no tenía nada que llevarse a la boca. Pidió ayuda a alguna amiga, pero pronto se cansaron de dejarle comida, así que se vio sin nada. Al tener demasiada hambre se arriesgo a salir a la superficie. El frío era desmesurado,  su cuerpo no estaba preparado para ello. La comida era casi inexistente y lo que antes en el pasado había despreciado ahora le parecía todo un manjar, pero no era suficiente para sobrevivir todo el invierno. Así que se adentro aun más en la oscura y helada profundidad del bosque, ya que la desesperación le consumía por dentro. Aquel acto acabó con la hormiga, que no pudo resistir el intenso frío que se le vino encima.

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Cognición social.

«Hoy es siempre todavía»

Muchas veces creemos que el tiempo juega en nuestra contra, que hay cosas que si no las hacemos en según qué circunstancias ya no las podremos hacer. Pero eso no es del todo cierto, es verdad que en estos tiempos y con los recursos económicos limitados de los que dispone la mayoría, muchas cosas se deben ir posponiendo, entonces llega un momento que dices, ya no merece la pena, tendría que haberlo hecho en su momento y es cuando desechamos aquel pensamiento que incluso podría haber sido un gran sueño.

No debemos tener esa mentalidad negativa con lo que queremos hacer, el único momento de la vida en el que ya no podemos hacer absolutamente nada, es cuando nos morimos, es ahí donde se pone el punto final a todo, pero mientras esperamos a que la muerte nos guíe en el viaje al más allá, tendremos la oportunidad de hacer lo que deseamos, sin importar edad, tiempo o recursos. Solo hay que saber manejar el tiempo y el dinero como es debido.

Es cierto que hay personas que se generan algunas ataduras, ya sea familiares o económicas, lo que les limita a realizar algunas cosas, pero no nos damos cuenta de que esas limitaciones pueden llegar a ser elásticas si las manejamos correctamente, ya que hay un gran abanico de posibilidades para poder hacer lo que queremos. Puede que no sea exactamente igual como lo habíamos pensado en su día, pero en ese día teníamos otra vida.

Entonces debemos hacer un parón en nuestra vida, tomar aire y pensar en aquello que tanto queremos, aquello que nos hace ilusión, ver que podemos hacer para conseguirlo y perseguirlo. Como todo en la vida, nada aparece de repente construido, hay que ir colocando piedra a piedra, hasta que al final veamos nuestro esfuerzo dando frutos.

También hay que pensar en focalizar lo que hacemos, porque muchas personas quieren hacer tantas cosas y además a la vez, que al final acaban no haciendo nada y piensan que ya se ha pasado la oportunidad. Si quieres varias cosas y son algo incompatibles, debes elegir una, saber cuál es la que te conviene y la otra darle un tiempo, entonces cuando hayamos realizado la primera retomaremos aquella que habíamos dejado aparcada.

Entonces no digas nunca que es demasiado tarde para intentarlo, porque en esta vida todo se puede hacer si le pones interés. Todos hemos nacido en este mundo con una forma parecida, algunos con unas cualidades más que otras,  pero al final lo que más cuenta es la motivación y la persistencia de ti mismo, que es lo que realmente hace que todo acabe ocurriendo.

«Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse.»

[Nicolás Maquiavelo]

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Fábulas e historias

“La dureza de la vida”

Mis manos me tiemblan, las lágrimas se deslizan por mis mejillas y veo como caen al suelo delante de mí.  Aprieto los dientes por la impotencia de no tener fuerzas para seguir.  Cuantas veces he oído a mí alrededor que me olvidara de ello, que era una locura, que hiciera como la gente normal, los soñadores no consiguen más que morirse de hambre. No puedo más,  de mis labios sale un sollozo y el corazón se me encoje al levantar la vista y ver mi objetivo tan cerca, casi al estirar la mano puedo llegar a tocarlo, casi siento el suave tacto de aquel sueño. Me desplomo en el suelo y mi cara choca de bruces contra el suelo, la boca se me llena de tierra, a esto debe saber el fracaso, tristeza, impotencia y desolación. Me he quedado solo luchando por lo que he querido, por lo que yo tenía que ser, pero a qué precio… Los que me quisieron se quedaron atrás viéndome perderme en la distancia, sus gritos de advertencia no sirvieron de nada, yo estaba cegado con mi sueño y ahora estoy derrotado en el suelo, notando el frio correr por mi espalda. Mis ojos se cierran y mi mente comienza a desvariar, es el final, todo lo conseguido para nada, para acabar en un lugar desconocido oscuro y solo, solo, esa palabra retumba en mi cabeza y  hace que en mi corazón se claven mil agujas desde el interior. ¿Por qué no les haría caso? ¿Por qué no fui alguien normal? Una voz estalla en mi cabeza, una voz que antes había oído, pero que pocas veces había parado a escuchar, es mi voluntad. Me grita que por muy duro que este siendo todo, por mucho que el dolor me embargue todo el cuerpo, la fuerza sigue estando ahí, yo mismo tengo que ser quien confié en mi. Los puños se me cierran, los brazos se me estiran y escupo la tierra que tengo en la boca. Alzo la mirada y arrastrándome por el suelo llego hasta él, ello, ella o aquello por lo que tanto he luchado. Mi corazón se cubre de alegría al notar en mis manos el tacto de haber conseguido lo que soñé. Estaré loco, pero es con la locura con lo que se cambia el mundo.

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Fábulas e historias

“La desmesura del alcohol”

Como cada noche allí me encontraba, apoyado en la barra de aquel pub, saboreando una deliciosa copa de whisky, la única que tomaría aquella noche mientras esperaba. Veía a la misma clase de personas cada día: La pija; aquella que miraba a los demás por encima del hombro y que su risa chirriaba por todas las esquinas, bebía vodka sin parar. Al roquero; quien hablaba a gritos y su aliento apestaba más que cualquier tumba, bebía cerveza como un vikingo.  El chulo de playa; que casi le costaba respirar a causa de la excesiva estrechez de su camisa, bebía ron como pirata desenfrenado. El tímido; quien subido a un taburete oteaba de vez en cuando la sala, bebía ginebra pausadamente. La extrovertida; quien hablaba con todos y después de insinuarse a más de uno se reía de ellos, bebía tequila con desespero. La madura; observaba su zona de caza buscando una presa joven a la que atrapar con sus garras, bebía coñac con soltura de cosaco. El desesperado; iba de mujer en mujer probando si alguna quería acompañarle a su casa, bebía todos los licores posibles eliminando su vergüenza.

Cuando me di cuenta mi vaso estaba vacío, lo dejé encima de la mesa y el camarero fue a servirme otra copa, pero rápidamente le detuve con mi mano, no debía beber más, aquella noche tenía que trabajar. Pagué lo que debía, me coloqué la túnica, agarré mi guadaña y salí del pub a la espera de que alguno de esos insensatos condujera hasta mí.

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